La celebración del centenario de la publicación de la
segunda parte de El Quijote alcanza, como la misma
obra, un ámbito universal. Y por ello, con toda seguridad, se trata de un
acontecimiento que será recordado en todo el mundo.
Sin embargo, en Aragón esta
conmemoración ha de tener una mayor intensidad por un motivo incuestionable:
nuestra Comunidad ocupa en esta segunda parte un lugar nuclear. De hecho, más
de la mitad de la misma transcurre en ella. Pero no es solamente una cuestión
de cantidad, sino de calidad, pues sin duda los capítulos que transcurren en
nuestra tierra constituyen indiscutiblemente una de las más altas cumbres de
esta cordillera literaria. Vinculado con Aragón –con su Aljafería– están los
capítulos de maese Pedro y su retablo de titerero; en las aguas del Ebro
navegarán Sancho y Don Quijote en su barco encantado; en el palacio del duque
–tradicionalmente localizado en Pedrola– se trenzarán sus más imaginativas
aventuras y ambos volarán en Clavileño; en la Ínsula Barataria –asociada a
Alcalá de Ebro– demostrará Sancho que su simpleza alberga toda una sabiduría
popular y una honradez sin mancha...
Por todo ello, el
Gobierno de Aragón impulsó la creación de la Comisión Aragonesa para
la conmemoración deI IV centenario de la publicación de la segunda parte del
Ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha con la
finalidad de coordinar las actividades que las instituciones que la conforman
realizarán a lo largo de 2015 en un afán compartido de difundir el
conocimiento del protagonismo que nuestra Comunidad tiene en esta obra y, sobre
todo, de animar a celebrar el centenario de la mejor forma posible: leer (o
releer) El Quijote, pues, parafraseando a Jorge Luis Borges, no es
razonable el ascetismo de privarse del placer de su lectura.
El objetivo es poder
contemplar en cada momento una “pintura o dibujo”, y que la obra evolucione
dando lugar a otras. Supone la introducción del tiempo en la obra estática
mediante la realización de cambios imperceptibles.
Todas las imágenes necesarias para la
construcción de este evoluciograma, ciento treinta y seis, se han realizado
exclusivamente en el ordenador, y su soporte natural es la pantalla.
El paso de una imagen a
otra es posible gracias a las nuevas tecnologías y, en este caso particular, al
programa desarrollado por José Alfonso Solera. A partir de dos dibujos, y
conocido el tiempo de desarrollo entre ellos, un algoritmo genera todos los
fotogramas.
Este tipo de ilustración es el ideal para
leer en pantalla, pues acompaña a la lectura sin producir saltos bruscos que
secuestren atención al texto.
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